
Después de cientos de años e incontables duelos y persecuciones, llega el momento cumbre de la historia: Connor McLeod frente al Kurgan, sin más arma que su espada y la Fuerza de los Inmortales que decapitó. La secuencia es apoteósica, la puesta en escena, memorable, la lucha, igualada e incierta. No hay marcha atrás. Rodarán cabezas.
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